Los cimientos de un imperio

Los Barberos

Hoy compartimos con vosotros la visita que hemos realizado a la Real Fábrica de Artillería de Sevilla y las obras de conservación y restauración que se siguen desarrollando en las fundiciones. Comenzamos nuestro recorrido en la llamada Pequeña Catedral, repleta de altas bóvedas, arcos y chimeneas en las que se han consolidado los elementos estructurales para evitar desprendimientos y paralizar cualquier factor de deterioro que pudiera haber ocasionado el abandono del inmueble en la década de los noventa. La guía arqueóloga nos ha hecho apreciar el sentido original de un espacio de tales proporciones, donde las horas de trabajo abarcaban prácticamente las veinticuatro horas del día entre unos obreros y animales que lograron fabricar sofisticados cañones de bronce. Toda una evolución técnica que evitaba el recalentamiento y posible fractura de las piezas, a diferencia de lo que ocurría con las fabricadas en hierro. En este sentido, el origen de las obras manufacturadas en la capital hispalense se diferenciarían por la representación sobre ellas de la figura de un delfín -las de origen catalán se diferencian por un tritón-, lo que ha favorecido su reconocimiento en labores de arqueología subacuática.

Ataviados con nuestros cascos y chalecos reflectantes para cumplir con las medidas de seguridad necesarias, nos trasladamos a las cubiertas. Caben destacar las imponentes vistas de las que hemos podido disfrutar y que probablemente no estén abierta a todos los públicos. Las tareas de conservación y restauración, aun por finalizar, nos han permitido apreciar el proceso de trabajo. De este modo, vemos algunos de los cupulines aún repleto de costras y líquenes y otros en el último estadio donde se observa la definitva integración cromática que se está practicando a través de los nuevos morteros elaborados con materiales idénticos a los originales.

Respecto a las piezas metálicas, la famosa veleta llamada Miguelete que remataba la chimenea principal continua sin poder ubicarse en su localización original al haberse encontrado restos de policromía durante las tareas de restauración que han provocado la prolongación de las mismas. Dicho esto, se desconoce si finalmente acabarán devolviendo la obra a su ubicación original, algo deseable y, sobre todo, preferible a una réplica. Por otro lado, también nos quedamos con la duda de saber si se ha afrontado el tratamiento de las rejas de cada una de las chimeneas pues, sobre el nuevo mortero, ya existen manchas de óxido. Finalmente, cada una de ellas están rematadas por un elemento ornamental de forja, siendo repuestas por otras de aluminio -las cuales serán reintegradas cromáticamente- en los casos donde hayan existido pérdidas. Este último material ha sido seleccionado por aguantar mejor las condiciones meteorológicas. 

En cualquier caso, el trabajo realizado así como el esfuerzo de divulgación que se está realizando son completa y absolutamente necesarios para la revalorización y el mantenimiento de un inmueble que forma parte de la historia y la cultura sevillana desde hace siglos. No obstante, echamos en falta la presencia en firme de un plan director que asegure su uso final, algo que evitaría la puesta en marcha de una segunda fase de intervención para acondicionar un espacio que en sí ya está siendo rehabilitado. Y, sobre todo, evitar un segundo abandono que desmerezca el trabajo que se está llevando a cabo.

Os dejamos un pequeño vídeo para haceros partícipes y veáis su estado y evolución actual.

De nuevo, y para finalizar, agradecer la oportunidad de visitar este tipo de proyectos que, sin duda, han de marcar el futuro cultural de nuestra ciudad.

Los barberos

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